El coronavirus y el desafío de gestionar la incertidumbre

Diálogo con Alfredo Alfonso, vicerrector de la Universidad Nacional de Quilmes, sobre las acciones de la institución en el contexto de pandemia.

“Intentamos construir un ADN de relaciones humanas que nos identifique. El coronavirus no impidió seguir estrechando las bases de nuestro modelo de gestión cimentado en el diálogo, el intercambio y la escucha atenta”, afirma Alfredo Alfonso, vicerrector de la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ), institución que durante este tiempo de excepción redobló la apuesta y se muestra más presente que nunca. A los trabajos de sus científicos (testeos de muestras de Sars CoV-2 en un laboratorio), la cesión de un sector de su infraestructura para el funcionamiento de un centro de salud (para atender enfermos leves de Covid-19) y de la cocina de la Escuela Secundaria Técnica (para alimentar a la gente del barrio); también se sumó la puesta en marcha de un campus virtual para que las clases presenciales pudieran continuar con su calendario de cursada habitual. La semana pasada se concretó la actividad que faltaba: el Consejo Superior –órgano de gobierno en el que están representados todos los claustros– volvió a sesionar y ello se tradujo en una clara muestra de que la Universidad está de pie, sobre todo en los momentos más críticos. En este diálogo, Alfonso traza una radiografía de las acciones que emprende esta casa de estudios en la actualidad y refiere al rol clave que desempeña la comunicación en épocas de confinamiento.

-La semana pasada se realizó la reunión de Consejo Superior. Fue un encuentro histórico por varios motivos.
-Debido a las condiciones que el aislamiento nos impuso tuvimos que adaptarnos y hacerla de modo virtual. Se trató de un gesto institucional muy importante en el que primó la cordura, el intercambio a partir del diálogo y la expresión de las diferencias mediante un tono reflexivo. Ello demostró que tenemos un Consejo Superior maduro cuyo principal objetivo es fortalecer las prácticas de gobernanza. Fue muy interesante la experiencia, de hecho, llegamos a contar con la presencia de 70 personas que siguieron la sesión.

-¿Qué temas abordaron?
-Como no habíamos tenido la posibilidad de sesionar, era necesario reconocer todas las medidas que se habían tomado desde el comienzo de la pandemia. En líneas generales, establecimos las bases para la continuidad y para la “normalización”, es decir, para la adaptación a los nuevos tiempos. Para ello participamos de dos sesiones que habían quedado pendientes. La primera correspondía a la del 30 de marzo y abordamos todas las resoluciones que había dictado el rector en este contexto de excepción y que debían ser aprobadas por el Consejo. Me refiero a decisiones coyunturales que fue necesario tomar: asumir la modalidad virtual para todos los cursos presenciales, la cesión de una parte de la Universidad para el funcionamiento del centro de asistencia para enfermos leves de Covid-19 y la apertura del comedor de la Escuela Secundaria Técnica para abastecer a las familias del barrio.

-Decisiones que ya se habían tomado pero que requerían del aval del Consejo. ¿Y en la segunda sesión?
-La segunda correspondió a la de abril. En este caso se aprobó una resolución respecto de la regularidad de los estudiantes; resolvimos que no se consideren las materias que los alumnos dejan durante este período. Sabemos que muchos no cumplen con algunas materias porque son prácticas y se les dificulta la cursada vía campus. Con ello, expresamos nuestra voluntad de sumar, sin dejar afuera a nadie. De hecho, la UNQ es la universidad nacional que –en proporción– entrega una mayor cantidad de becas.

-Ello es fundamental porque demuestra que, pese al contexto, la UNQ nunca deja de funcionar.
-Tanto el sector administrativo como el área de posgrado –para citar algunos casos– siguieron trabajando con alta efectividad en modalidad remota. Además de los aportes de nuestros científicos para la pandemia, habilitamos 1566 aulas y 874 profesores para que todas las carreras presenciales que pasaron a modalidad virtual siguieran funcionando. A ello también hay que sumarle la puesta a punto de un campus para que siguiera en marcha la Escuela Secundaria Técnica. Tanto la investigación como la extensión se han fortalecido durante este tiempo y hemos contado con muy buenos gestos: muchos estudiantes se han postulado para los voluntariados (asistencia a adultos mayores), así como también fue muy valorable el aporte de Enfermería que se ha brindado para las campañas de vacunación de gripe y sarampión en los barrios de Quilmes. Si hay algo que revela esta crisis es la importancia del conocimiento aplicado.

-¿En qué sentido?
-En el sentido de la gran cantidad de investigadores de primer nivel que ponen el cuerpo y se arriesgan todos los días a venir y procesar muestras de coronavirus. No solo contamos con científicos e intelectuales reconocidos nacional e internacionalmente sino que esos mismos cerebros están comprometidos al 100% con la institución y ello nos produce orgullo.

-¿Por qué pensás que la enorme mayoría de la gente que forma parte de la comunidad la siente como su casa?
-Nuestra Universidad es de escala humana. Contamos con una estructura pensada para el contacto y el cruce permanente; a nuestro comedor van los alumnos, los profesores, los graduados y los PAS. Ese compromiso colectivo se alimenta del buen trato, me refiero a  cuando uno tiene un problema y es bien atendido por las diferentes áreas de la institución. Nuestro personal es muy eficiente para la entrega de documentación, saber que se puede contar con alguien hace muy bien. En otras universidades, en cambio, se observa muchísima más frialdad, menos comunicación. Aquí predomina el contacto humano, el respeto y una excelente predisposición para dar una mano cuando es necesario. Es un lugar muy lindo para el hábitat, la persona que estudia tirada en el pasto y tomando un mate con amigos sabe a lo que me refiero. También es verdad que es una Universidad que forma muy buenos estudiantes y cuenta con una gran jerarquía en el campo de la investigación. Tenemos una fuerte presencia de integrantes de nuestra comunidad trabajando en puestos claves de la administración pública nacional, provincial y municipal. Eso también nos constituye, sus gestiones nos enaltecen como casa de estudio.

-También es clave el vínculo que cultivan entre las diferentes gestiones que se suceden. En este sentido, ¿cómo es gestionar en la incertidumbre del presente?
-Sin dudas. Cuando una autoridad necesita algo puede consultarlo con otras personas que ocuparon cargos de jerarquía en tiempos precedentes. Para nosotros es central contar con el exrector Daniel Gomez porque es un médico experto que nos ayudó muchísimo, sobre todo en el inicio de la pandemia. Fue fundamental para sacarnos dudas, funcionó como fuente de consulta confiable. Esto también hace a la diferencia, intentamos construir un ADN de relaciones humanas que nos identifique. El coronavirus no impidió seguir estrechando las bases de nuestro modelo de gestión cimentado en el diálogo, el intercambio y la escucha atenta. Hemos conformado un comité de crisis que incluyó a mucha gente y nos ayudó a asumir el rumbo. El apoyo mutuo con las unidades académicas es clave al momento de gestionar la incertidumbre, algo a lo que no estamos acostumbrados ni nosotros ni nadie.

-En épocas de confinamiento, la comunicación es clave.
-Que los mensajes se desplieguen y alcancen a toda la comunidad universitaria para nosotros es fundamental. Tanto la comunicación institucional como la divulgación científica de la oficina de Prensa, los productos audiovisuales de UNQtv, la difusión en redes sociales y el contenido generado por estas vías desempeñan un rol central. En un escenario de confinamiento como este, sentir que uno forma parte de un colectivo y que ese colectivo está muy activo no tiene precio.